¿Qué es Gaia Ecocrianza?
Somos una tienda especializada en productos para bebés. Aunque Gaia encierra una filosofía muy potente, que tiene que ver con acompañar a la maternidad, a la crianza, a las necesidades reales de niños y niñas. Y es que muchas veces las tiendas de puericultura tienden a olvidar cuáles son las necesidades fisiológicas, biológicas de niños y de niñas. Este es nuestro papel: acompañar a las madres, a los padres, pero siempre con la mirada muy puesta en las necesidades de los niños y de las niñas.
Esto se traduce, por ejemplo, en que en la tienda no tenemos carritos, sino portabebés para que los niños y niñas puedan ir en el regazo; promovemos el movimiento libre por lo que todos los zapatos que ofrecemos son muy blanditos para acompañar el gateo y los primeros pasos. Y también en la importancia del juego como motor de aprendizaje, proponemos juguetes que no marcan el juego, sino que es el niño el que decide cómo quiere jugar con esos materiales.
Aparentemente somos una tiendecita, y lo somos, pero realmente detrás hay toda una filosofía de maternidad y crianza.
¿Cómo nace este proyecto?
Nace de la necesidad imperiosa de conciliar de las mujeres que somos parte de la cooperativa, de seguir trabajando, de desarrollarnos profesionalmente en tareas que nos removían. Pero sobre todo, para poder seguir acompañando a nuestros niños y niñas que en aquel momento eran superpequeñitos. No es que nuestros trabajos nos hubiesen expulsado, podríamos haber seguido trabajando y criando de otra forma, pero queríamos criar estando muy presentes en la vida de nuestros niños y niñas y en un trabajo que nos removiese un poco, que tuviese que ver con nosotros.
Lo importante era trabajar en algo que nos motivase, que tuviese que ver con nosotras, y seguir presentes en la vida de nuestros niños y niñas de una forma activa. Ellos son la prioridad y lo siguen siendo. Llevamos aquí ocho años, no son bebés, pero siguen siendo el motor alrededor del que gira todo. Y después estaba la necesidad de trasladar esta filosofía de cultura de la infancia, de que no perdamos la perspectiva de cuales son las necesidades reales de los niños y de las niñas, que son muy sencillas, mucho más fácil de cubrir de lo que realmente pensamos, porque necesitan muy poco, pero lo que más necesitan es lo que menos tenemos: tiempo y presencia.
Gaia nació de la necesidad de conciliar, pero conciliar de verdad, con mayúsculas.
¿La idea fue siempre emprender bajo la fórmula cooperativa?
Era la forma, realmente no valoramos otra porque teníamos muy claro que nosotros éramos lo primero, las personas, y los equilibrios dentro de la empresa eran muy importantes. Las decisiones se toman después de hablar mucho, de meditar mucho, de discutir desde el cuidado, y teníamos muy claro que nuestra forma de constituirnos iba a ser la cooperativa. A través de esto también contamos nuestra forma de estar en el mundo; nosotros queríamos ser una cooperativa.
¿Contasteis con el apoyo de entidades, administraciones especializadas en cooperativismo a lo largo del proceso de constitución y consolidación?
Sí, y fue imprescindible. Además, para la constitución con éxito de la cooperativa contamos con la Red Eusumo, que jugó un papel fundamental porque te surgen muchas dudas y los trámites son complicados. Tener a gente profesional, que se dedica al mundo del cooperativismo, para nosotros fue fundamental. Habría sido muchísimo más complicado si no hubiéramos contado con la ayuda de la Red Eusumo, sin duda.
¿Es el cooperativismo una herramienta de empoderamiento para las emprendedoras?
Para nosotros lo fue porque aquí encontramos también un refugio. Creo que esa primera parte de encontrar con quien a veces es muy difícil, ya que ahí juegan muchas energías, el momento vital en el que estás, y es muy importante que esté todo muy acompasado. En nuestro caso y en el de muchísimas cooperativas de nuestro alrededor, estas fueron creadas y están conformadas por mujeres.
Creo que será el caso de la mayoría de las mujeres o no, no lo sé, pero lo cierto es que el mercado nos expulsa cuando somos madres. El mercado nos obliga a repensar muchas cosas porque nuestras necesidades cambian y van a estar ligadas a las necesidades de nuestros hijos y hijas. Nosotros nos sentimos muy afortunadas porque emprendemos, muchas veces, en precario, emprendemos a costa de otras cosas, y a veces no es fácil sacar la cabeza. Lo que pasa es que en el caso de Gaia, el hecho de equilibrar la parte del trabajo asalariado y la parte de los tiempos a dedicar a la crianza era otra forma de “cobrar”. Los primeros años fueron más complicados, con salarios mucho más pequeños, pero nuestra finalidad sí que era tener un trabajo digno, también, así con mayúsculas; disponer de tiempo cuando necesitemos para la vida familiar o si uno de nuestros peques se pone malito y no puede ir al cole, no tener que dar explicaciones porque entendemos que esto es la vida y que la vida pasa por los cuidados, y si no podemos trabajar en la tienda ese día, vamos a aportar de otras muchas formas a la cooperativa.
Para nosotros fue, sin duda, una herramienta empoderadora por el hecho, también, de encontrar compañeras en el camino con las que compartir el momento vital en el que estamos.
La crianza tiene mucho de cooperativo, ¿cierto?
La crianza lo tiene todo de cooperativo y, a veces, la sociedad nos hace creer que la crianza tiene que pertenecer al ámbito del privado, que sí, pero es que sin un enlace social que favorezca esa crianza es muy difícil criar. Ojalá haber podido criar como nos criaron a nosotros o como se criaron nuestros padres, con todos los matices del mundo, pero en comunidad. En la aldea, rodeados de abuelos, de tíos, de vecinos que podían quedar contigo, eso es algo que perdimos.
Entonces, la crianza se convierte en algo muy solitario, maternar se convierte en algo muy solitario; las madres nos sentimos muy solas porque tenemos que transitar la maternidad también de una forma individual, hay una transformación que va pareja a la maternidad y por muy bien acompañada que estés, aun teniendo un compañero, una compañera que te acompañe muy bien, la tribu es muy necesaria. Y nosotros lo veíamos aquí, en la Gaia, cuando teníamos la zona de actividades. Tener un punto de encuentro de mujeres madres con sus crianzas que, a lo mejor fuera de la crianza no compartían muchas cosas, ni trabajos, ni formas de entender la vida, y ver las redes que se tejían en esas salas a través de sus crianzas y cómo traspasaban nuestras paredes, para nosotros era muy importante. Es uno de los valores grandes de la Gaia: ser un punto de encuentro, que siempre fue lo que pretendimos, para las familias con bebés. Es imprescindible criar en tribu y de forma cooperativa.
¿Qué metas se marca Gaia para los próximos 5 años?
Hay una parte del equilibrio, de tener un trabajo digno, que es imprescindible, e incorporar nuevas socias estaría muy bien y entra en nuestros planes más inmediatos. Después, sí que nos gustaría muchísimo recuperar la sala de actividades. Gaia nació como tienda, como espacio físico de venta de productos, pero también como sala de actividades dirigidas a mujeres embarazadas, mujeres en el posparto y también para bebés, para niños y niñas de 0 a 3 años, con la finalidad de que ellos mismos nos demuestren cómo necesitan moverse, jugar.
Para nosotros, está a corto, medio plazo, poder recuperar este espacio de actividades. Sería una alegría poder hacerlo, para nosotros porque nos carga de energía, y también para las familias con bebés, así que estamos trabajando para conseguirlo.